¿Para que sirven las comparencias de Molinar Horcasitas?

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Por Jesús Michel Narváez

¿Cántas comparecencias de Juan Molinar Horcasitas ante senadores y diputados?

No lo sé.

Quizá 10 en el último mes.

Unas relacionadas con los subejercicios presupuestales registrados en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, de la cual es responsable.

Otras para que explicara su proceder en el caso de la guardería ABC, en donde fallecieron 49 niños y que, parece, serán olvidados con el paso de los meses.

Unas más por el nombramiento, imposición, de de Mony de Swan como presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones.

Para no variar, otras tres o cuatro para que explique cómo se decidió la licitación conocida por 21, mediante la cual se regaló parte del espectro radioeléctrico a una televisora y una empresa de telefonía celular, que finalmente se canceló.

Otras fueron para que informara qué pasó con Mexicana de Aviación y con la degradación por parte de la agencia Aeronáutica de Estados Unidos sobre los sistemas de aeronavegación en México.

¿Y qué resultados se han obtenido de las comparecencias?

¡Nada, absolutamente nada!

El señor Horcasitas se sale con la suya.

De los subejercicios, dijo que son falsos porque la Secretaría de Comunicaciones ha invertido como nuca en obras de infraestructura.

De la guardería simplemente señaló que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya lo exoneró.

De la imposición del señor de Swan, expresó que se cumplió con la ley.

Y de la licitación 21, se encogió de hombros y anunció que no se podrá licitar nuevamente porque sería… ¡ilegal!

De Mexicana… de Mexicana simplemente apuntó que es un problema de la iniciativa privada y junto con Javier Lozano negó recursos fiscales para evitar la ya inminente quiebra.

Y los señores senadores y diputados, con todo y las agresiones verbales como las de Gerardo Fernández Noroña y Mario Di Constanzzo, se han quedado como las novias de pueblo.

No logran sus propósitos.

Y frente a la frialdad con la que se maneja Juan Molinar Horcasitas, al que le place le llamen maestro –de maestría, no de profesor- uno tiene que preguntarse con seriedad:

¿Es cínico?... ¿es brillante?... ¿es soberbio?... ¿es la encarnación del político que no oye y no ve?

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