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Por JESÚS MICHEL NARVÁEZ
Tlacopac es un pueblo del siglo XVI.
Ha mantenido su característica de no permitir edificaciones de más de tres niveles y sus calles interiores se negaron a recibir el asfalto: permanecen empedradas.
Es un pueblo, sin duda, en el que habita gente con capacidad económica mayor a la clase media-media… se diría que de clase media-alta.
Es una zona que comienza en Las Flores y termina en Altavista, de norte a sur y de oriente a poniente de avenida Revolución para culminar en el Periférico.
Un pequeño cuadrángulo, en donde, aunque usted no lo crea, el silencio existe, la lentitud para circular es una realidad y los microbuses no están presentes.
Toda esta belleza se está perdiendo, pero no crea que solamente porque sus calles muestran enorme hoyancos y el jefe delegacional Eduardo Santillán, nada hace por repararlas…
¡No!
Se está perdiendo por la inseguridad, por los robos a la casa-habitación, por el grafiteo indiscriminado y por la ausencia de una policía que cuide los bienes de quienes allí habitan.
Hoy le hago este comentario, porque un centenar de habitantes de este pueblo-barrio de San Ángel, me hizo llegar una queja ciudadana y en ella me relatan que en las calles de Aralia, por ejemplo, una misma casa ha sido asaltada en tres ocasiones en menos de un mes.
“Se han llevado todo y no tenemos nada”, dice la propietaria, de quien por razones obvias omito su nombre.
En la zona, abunda el documento, se han construido decenas de condominios horizontales y en todos ellos hay servicio de seguridad proporcionado por empresas privadas, sobre todo del Estado de México.
Sin embargo, nunca se enteran de lo que acontece en la colonia.
La Asociación de Vecinos de Tlacopac adquirió una patrulla y paga policías de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal… por desgracia, los patrulleros no están en donde deberían y es imposible localizarlos para que acudan a un llamado.
Los habitantes de Tlacopac piden, a través de este espacio, que la policía capitalina cumpla con su obligación de dar seguridad.
Porque, se quejan, el gobierno del Distrito Federal es bueno para incrementar los prediales, las tarifas de agua, pero malo para dar servicios y seguridad.
Hasta ahí la queja ciudadana.
Y yo me quedo con las enormes dudas:
¿Algunos de los elementos de seguridad que trabajan en los condominios están involucrados con los ladrones?
¿Quién los contrata y por qué tienen que ser empresas del Estado de México?
¿Por qué la policía capitalina no realiza rondines cada determinado tiempo como lo hace en otras colonias?
¿Será por qué en Tlacopac no se les ofrece mordidas?
Ojalá y que el secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal también volteara a las colonias de los ricos.
¿Digo, no?
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