Misión Política

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Distrito Federal, Mexico
JESÚS MICHEL NARVÁEZ, periodista profesional. Ha trabajado en El Universal, El Universal Gráfico; dirigió El Periódico de México y durante 25 años ha prestado sus servicios en El Sol de México y la Organización Editorial Mexicana. Es director general de MISIÓN POLÍTICA y ha formado parte, como asesor externo, de los diputados Arturo Nuñez Jimínez y Emilio Chuayffet Chemor, cuando fungieron como coordinadores del Grupo Parlamentario del PRI.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Mario Marin "ni persecución, pero tampoco encubrimiento”

                                                     Archivo
Hace una semana, a Mario Marín le aplaudieron. Era su sexto y último informe de gobierno. Y en el mismo escenario, recibió el reconocimiento de quienes lo acompañaron por espacio de seis años. Ayer al mediodía, el abucheo llenó la sala magna del centro de convenciones –su magna obra urbana- y su sucesor lanzó el "ni persecución, pero tampoco encubrimiento”, para, en ese momento, escuchar los choques de las palmas que le dieron marca a la toma de posesión.
Rafael Moreno Valle, el panista, “porque mi partido ganó”, lanzó sus buenaventuras al viento y se dirigió a los gobernadores que lo acompañaron en la “transición” en el gobierno de puebla. Allí estaban los priístas Javier Duarte de Ochoa, Mariano González Zarur, César Duarte y Carlos Lozano de la Torre; allí estaban los aliancistas y perredistas Gabino Cué Monteagudo, Juan Sabines y Marcelo Ebrard Casaubón; allí estaban los panistas Juan Manuel Oliva, Marco Antonio Adame y Emilio González Márquez.
Y al centro, en la primera fila de 400 que formaron el auditorio y que en total representó a 23 mil personas –contadas con las sillas que estaban etiquetadas, dijo el responsable del resguardo silleril-, la figura: Elba Esther Gordillo Morales y cerca, Beatriz Paredes Rangel; allí hacían acto de presencia Javier Lozano –“mi paisano”, diría el nuevo gobernador-, Alonso Lujambio Irazábal, Salvador Vega Casillas y Daniel Karam. Invitados pero ausentes, por lo menos cuando inició la salutación, Bruno Ferrari, Juan Rafael Elvira Quesada José Antonio Meade.
En la misma fila pero de segundo nivel, Xavier Abreu, Miguel Agustín Limón y Consuelo Saízar. También el rector de la UNAM, José Narro Robles y la directora del IPN, Yoloxóchitl Bustamante.
Más allá pero en primer plano, los exgobernadores Melquiades Morales, Mariano Piña Olaya, Guillermo Jiménez Morales, y el abuelo, el que se llevó el aplausómetro: el doctor Rafael Moreno Valle. Manuel Bartlett estaba presente pero no fue mencionado.
Sin lucir pero presentes, Manuel Camacho Solís y Jesús Ortega. Repartiendo abrazos, César Nava, ya sin lentes; Gustavo Madero, solicitado por los reporteros que le insistían en las alianzas para el estado de México. Luis Videgaray, representante del gobernador Enrique Peña nieto, sonreía.
Acto masivo pero ordenado. Poco más de 23 mil personas en la explanada principal del centro de convenciones de puebla. Diferentes zonas y diferentes tratos. Los “vip’s” azules y los “vip’s” naranjas. El gafete más solicitado el de “staff”. Abría todas las puertas.
Mensaje del nuevo gobernador, el gobernador que rompió con los 80 años de priísmo, inició a las 12:28.
Párrafos devastadores: “Según Coneval, Puebla es el tercer estado más pobre de México”.
“Hoy el 59 por ciento de la familias poblanas, se encuentran en situación de pobreza patrimonial”.
“En materia de educación, existe un rezago de 480 mil poblanos, mayores de 15 años, que no saben leer y escribir”.
“Entre las entidades federativas, puebla ocupa el lugar 29, en porcentaje de afiliación al seguro popular”.
                                                                                       Archivo
Y vino el primero de tantos reclamos:
“…Puebla es el estado peor calificado a nivel nacional en materia de impartición de justicia”. (cuchicheos que recordaron al empresario Nacif Kamel).
Y vino el segundo jab:
“Según el índice de competitividad estatal, al cierre de 2010, se agotó la solvencia financiera del sistema de pensiones de puebla”.
Mario Marín, el gobernador que entregó, el mandatario que hizo justamente que Rafael Moreno Valle abandonara el PRI al cerrarle el camino para que fuera el sucesor de Melquiades Morales, escuchaba estoico. No movía un músculo de su rostro. Dirigía la mirada al sucesor. Todo le resbalaba.
Vino la revisión financiera. Y el párrafo 42 reveló:
“De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, las obligaciones financieras del estado de Puebla, se incrementaron en 195%, al pasar de 3 mil millones de pesos en 2005 a 9 mil 100 en 2010”.
Murmullos en la sala.
Vendría el uppercut:
“Como parte del proceso de entrega-recepción, no tendremos más consigna que la aplicación de la ley. Haremos una revisión puntual, sobre el ejercicio de los recursos de la pasada administración. No habrá persecución, pero tampoco encubrimiento”.
Aplausos, diría Memo Ríos. Aplausos, repetiría el cómico. Aplausos, insistiría el comediante.
El aplausómetro, rendía frutos.
El nuevo gobernador estaba en su momento. Anunciaba la integración de un gabinete plural y con más mujeres que nunca.
Mensaje de 40 minutos. Dos docenas de aplausos.
Todos felices y contentos. “Vámonos para la casa Puebla”, clamaban los que ya tenían hambre. Comida a la que no todos estaban invitados.
Cambio de estafeta. Cambio de poder transición democrática.
Puebla inició, ayer, una nueva era de promesas y de compromisos que, dentro de seis años, podrán ser evaluados en su cumplimiento o en su inexistencia.

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